lunes, diciembre 04, 2006

Parecerme a mi papá

Nunca conocio mejor café que aquel del que solo llegaba a saborear el último trago, en las noches que cansada de esperar veía recompensados sus desvelos al ver cruzar por el umbral de la puerta ese ser de imponente estatura. El sueño se desvanecia y corria a ayudarle a quitarse el saco y la corbata, bajaba sus pantuflas mietras oía los gritos de -¡No te pongas la ropa mientras subes o bajas las escaleras!.

Y es que disfrazada con ese saco que la cubria casi por completo y esas corbatas que nunca aprendio a anudar era la viva imagen de Tontín (uno de los siete enanos de Blancanieves) pero ella se sentía como el ser más omnipotente. Sentía esa ropa y ese olor le conferian un aura de seguridad. Al preguntar la maestra en la escuela que querían ser de grandes, las niña de clases se debatían entre ser madres, maestras o doctoras, ella se levantaba y respondia con toda la convicción que a sus 6 años era capaz- Yo quiero ser como mi papá. Su corbata y sus zapatos me pondre y me ire como él a trabajar en la Ford.
Conforme el tiempo fue pasando las actividades de su vida juntos fueron cambiando, de los libros de cuentos de hadas paso a leerle la Iliada y la Odisea. Como olvidar el placer sintió el día que la subió al carro, después de un rato paro frente a una libreria, entraron juntos y soltandola de la mano le dijo- Escoge lo que quieras, que esta día yo invito. No sabría que esas palabras sería como decir en voz alta una condena con la que aun carga, pero que no parece del todo desagradarle pues siempre la insita a encontrar ESE libro. Dejaron de coleccionar arañas los domingos en el parque, para llevarla a los entrenamientos a las seis de la mañana. Nunca pudo enseñarla a andar en bicicleta, pero su calma habitual se vio trastocada el día que al enseñarla a manejar, la nena tuvo a bien subir el carro a una banqueta, razón por lo que ella recibió el tercer grito de su parte en todo lo que llevaba de vida. Estos cambios fueron buenos, pero no por eso deja de extrañar esos días en que soleada la tarde y ella con su habitual gripa recibía cucharadas de helado a escondidas de los ojos maternos, ni el cuidado constante de sus ojos que la seguian de un lado a otro y que le juraban que no importaba que hiciera él estaría ahí para levantarla. Supone que es por que confía en ella actualmente, se esmero en su educación y le enseño cuanto creía importante, aunque aun se reserve un par de secretos.
Aun ahora cuando le toca aprender lecciones con los golpes de la vida tienes ese lugar a donde correr y refugiarse, ese que espacio entre sus brazos que la estrechan a su pecho hasta ser capaz de oir sus latidos, donde aspira hondo y ese olor le trae la paz que busca y recuerda cuando en aquel ensayo de la primaria escibió:

COMO ME GUSTA HACER LAS COSAS QUE HACE MI PAPÁ . A MI ME GUSTARíA MUCHO SER COMO MI PAPÁ POR QUE EL ES BUENO Y YO QUIERO MUCHO A MI PAPÁ.
Quiero parecerme a mi papá, Topo Gigio

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