Cuando pequeños nos tocaba a mi hermano y a mi sufrir un corte en la luz electrica de la casa corriamos a ese sillón que estaba junto a la ventana. No importaba en que lugar de la casa estuvieramos, sabiamos que ese era el punto de reunión y con suerte estarian los siempre cálidos brazos maternos esperandonos. Era ahi donde soliamos ver las gotas de lluvia correr por las ventanas y desde donde nos observaban cuando saliamos a la calle a jugar.
El día que se cambio la sala, fue a dar a uno de los cuartos cuya ventana da a uno de los patios, pero ahí no fue valorado, hasta que por azares del destino fue a parar a mi cuarto donde sus acoginados respaldos y su peculiar olor abririan un nuevo capitulo en su ciclo de vida util y en el reacomodo de los muebles quedó frente a mi ventana, donde el tiempo se para ahí, pues ahí encuentro la paz...donde planeo ese soñado viaje por que hay tanto por recorrer, tanto por concocer y el mapa se hace pequeño, me ha acurrucado mientras leo, a donde voy aun ahora cuando la luz se va y no hay nadie en casa, a veces perchero, pero la mayoria de las veces el lugar donde mis cavilaciones nocturnas encuentran alivio, pues volteo a la ventana y encuentro a veces a la luna, otras solo nubes y si tengo suerte un par de estrellas.
Actualmente sirve para redactar cartas que paran en la basura por no encontrar las palabras precisas y que cansada por la frustración volteo al cielo buscando la luna, pues aunque salga en diferentes husos horarios es la misma y bien puede ser uno de nuestros tantos jardines.
°sillón de mi cuarto, Soda
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