jueves, noviembre 12, 2009

Uno a primera vista podría pensar que aventar una piedra a un rio y hacer que rebote en el agua es una cosa sencilla. Cualquiera que lo haya intentado sabe que tiene su ciencia, como todo.
A veces resulta que la suerte esta de nuestro lado y lo logramos a la primera vez o tras pocos intentos, pero en otras ocaciones hace falta de mucha práctica para lograr obtener la maña necesaria.
Hay ocaciones en que nos equivocamos y lanzamos una piedra enorme, sin sentido, ni dirección creyendo que nuestro intento de hacerla brincar es el correcto y cae directo, buscando el fondo y destruyendo la placida paz de la corriente tranquila, salpicando a la gente y es después de fallar que uno se pregunta si no es que desde un principio es que sabíamos que esa piedra no serviría para nuestros propositos, pero en un momento de desesperación y exceso de confianza la tomamos sin medir las consecuencias.O quizá la piedra hubiera funcionado y al final tocaría el fondo, pero nos equivocamos en la forma y es por eso que se pierde, por no ser lo suficiente políticamente correctos para lanzarla como es debido.
Aunque quizá solo sea el hartazgo de la competencia lo que nos haga decidir perder a cualquier costo y aunque nosotros paguemos las consecuencias

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