martes, noviembre 10, 2009

Sin comunicación

Olvide mi celular en casa de una amiga, en la última fiesta a la que fui este fin de semana. Este hecho no tendría mayor relevancia si no fuera por la renuencia que me provoca recuperarlo.
Aclaremos que en un primer momento creí que lo había perdido, por que aqui entre nos tengo una propensión natural, fuera de toda estadística, por perder los celulares. He incluso perdido hasta tres en una semana, no es algo que me cause orgullo, pero lo he aceptado como parte de mi naturaleza.
Mi primer celular lo obtuve como castigo por llegar tarde y con aliento alcohólico en mis primeros meses preparatorianos (si, ya llovío). Quizá de ahí derive que el celular sea un objeto con el cual no desarrollo lazos afectivos como lo serían los automoviles o mi computadora. Curioso tomando en cuenta que esta pegado a mi todo el tiempo. También esta mi apatía hacia la tecnología, me gustan las chunches que hacen cosas bonitas, con esa definición suelo buscar mis celulares, aclarando que los pierdo, así que no estoy dispuesta a gastar más que lo necesario.
Es curioso que me sienta libre sin celular, tal pareciera que fuera ese aparatejo el que lo controla a uno y no viseversa. Actualmente se nos hace inconcebible la vida sin celular,incluso los niños de primaria traen celular (yo fui en mi papel de madre sustituta a una platica a los padres sobre las horas en que se les podía marcar a los hijos mientras están en la escuela y eso que mi pitufo va en primero de primaria, claro maneja el celular mejor que mi madre, pero es una exageración). Pero hasta hace 15 años, si no es que menos eso era una realidad, una muy linda.
Claro que nos simplifica la vida y nos mantiene comunicados, pero también localizables, salva vidas, pero también nos distrae y nos aparta. Sinceramente no extraño las llamadas a las 3 de la mañana, ni los mensajes de noticias o de registrar mi número, ni las llamadas de publicidad y tengo claro que no tengo asuntos urgentes con el mundo y si el mundo los tiene conmigo, hay otras veintemil formas alternas de comunicarse conmigo.
Total que el único fin práctico que le veo al final del día es para llamar al seguro después de un choque

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