Se está despidiendo el verano y la temporada de huracanes trae bajas temperaturas y días lluviosos, de esos que realmente afectan tu estado de ánimo. Es curioso como la gente ama o detesta los días lluviosos, no suele haber puntos intermedios.
En lo personal me encantan, me divierto como escuincla de seis años brincando en los charcos o simplemente sientiendo las gotas caer en la cara. Caminar en la lluvia es de las cosas más relajantes y desestresantes en esta vida.
Pero, si eres usuario de trasporte público como el metro, el olor a perro mojado muy desagradable, los charcos tapan los baches y manejar se convierte en una carrera de obstáculos y lo más impresionante es que la gente te mira feo si comes helado mientras llueve.
En fin, no se le puede dar gusto a todos
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