Cuando era niña solía prácticar nado sincronizado y solía sentirse como una artista, creando todas esas figuras en el agua. No es una actividad común y ella no era mala.
Un día llegó el momento que las circunstancias la superaron y tuvó que dejarlo. Por mucho tiempo no pudo volver a entrar en una alberca, sentía traicionar a esa pseudo artistas que había sido, cuando trato de volver a nadar, fue imposible conformarse con ir de un lado a otro, ella estaba acostumbrada a crear, a ser, dibujaba y expresaba sentimientos a través de sus movimientos.
Aún disfruta de tirarse en el agua y ver las estrellas o sumergirse y buscar tesoros,pero ya no como actividad deportiva satisfactoria.
Es así como un día encontró la pista de atletismo y el lugar idoneo donde descargar todos los pensamientos, al principio se sentía cobarde, corriendo de los problemas, huyendoles. Por que eso era lo que estaba haciendo, buscaba una fuga.
El sentimiento de escape sirvió de motor, pero en ocaciones de tanto escapar llegaba a lugares increibles e insospechados, con el viento surcandole la cara en ocaciones ya no huye, sino va al encuentro de las cosas.
Es ahí donde decide con que pensamiento echara a andar la madeja, que termina en los más insospechados temas, sin saber con cual finalizara.
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