Cuando era pequeña no soportaba la idea de estar separada de su papi, así que cada vez que era enviado de viaje por cuestiones de trabajo, ella se soltaba a llorar, opacando por mucho a María Magdalena hasta que le decían que lo acompañaría.
Como le gustaba visualizar la imagen que daba a los demás: una encantadora niña pequeña tomada de la mano de ese gran hombre, en ella no se disimulaba la alegría, pero se comportaba a la altura de las circunstancias, por que después de todo ibamos en viaje de negocios y mientras él la miraba orgullo por lo bien que se desenvolvia y por la poca lata que daba la recompensaba al final del viaje dando un paseo por la ciudad que visitaban.
El tiempo les ha pasado y ella tomo ya varios aviones sin ese gran hombre que sostiene su mano, aunque ahora sea más de forma metaforica que literal y él viajo por primera vez por cuestiones laborales sin su compañera de viajes.
Es impresionante como no se olvidan esas sensaciones, por que aun ahora le sigue encantando la imagen que sus dos figuras juntas proyectan, son parecidos, no iguales, pero si con muchas actitudes en común.
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