Hoy en particular fue su foto la que hizó que un par de gotas brotaras de sus ojos. El par de lagrimas no fue por ahora, ni por ayer, fue por el horror de futuro aunado al miedo de vivirlo con la ausencia de la persona en esa foto.
Al terminar de caer esas lagrimas se percato que no sabia por la ausencia de quien lloraba, pues en su cuarto hay muchas fotos, todas ellas de gran improtancia:
- la de esa mujer admirable, que ya no regresa
- de esa mejor amiga y hermana menor que nunca pidió, pero la vida tuvo a bien darle
- la de ese compañero de juegos que jura su madre comparten los mismos genes
- esta la de ese chico que le recuerda toda su época preparatoriana
- la que conmemora sus tiempos de gloria
- una en que la ternura e inocencia de un bebe medio regordete y con cara de sueño le brinda una leve sonrisa
- la sonrisa complice y consoladora de ese mejor de los mejores amigos
- y en el protector de pantalla la de esa fantasia lejana, en la que deposita la confianza de los mundos reales.
Por todas paso la vista al caer las lagrimas; la primera por que se fue, la segunda por que hace tiempo no la ve, la tercera por que el tiempo paso y se llevó a ese compañero de juegos, pero le trajo a una persona que aunque diferente se acerca cada vez a lo que quiere ser y en ese camino a encontrado a una persona que puede ser cálida si así lo decide; la otra por la nostalgia de aquella época dorada de braquets, cerveza y fiestas sin control; la siguiente que le recuerda que la vida pudo ser diferente, pero que al final poco importa por que vivimos en lo que es, no en lo que pude ser; la de ese bebe por que despierta en ella todo el amor y proteccion que la naturaleza tuvo a bien dotarla y que por lo general solo inverte en ella; la otra por miedo a perder lo que tanto costo construir; y por ultimo la de esa persona por que aunque fisicamente lejos, siempre esta ahi, presente en todo momento, en cada lugar, pero a la vez el que su presencia sea intangible deja un rastro de tristeza y añoranza traducidos en suspiros que se cuentan como días que faltan para su regreso.
Al final de la reflexión solo quedo ante el espejo una cara con un par de lagrimas negras marcadas en el rostro, por el maquillaje corrido que dejaban huella de su pasar y de su existir, pero que después de pegarse al pañuelo desaparecieron en el aire junto a los recuerdos al salir volando de la ventanilla de auto camino al trabajo.
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