No me gusta el vino tinto. Ni el vino blanco con el salmón.
No soporto leer un libro entero, ni los guardo hasta debajo de la cama.
Prefiero los días soleados, no tolero caminar bajo la lluvia.
He tirado todas mis plumas bonitas y mis cuadernos de notas y he comprado plumas bici y libretas sin chiste.
Guardo pésimos recuerdos de mi infancia y detesto la ciudad.
Los automóviles me parecen cacharros insufribles, infernales y solo pensar el manejarlos me da pereza mental.
Por supuesto que estoy sobria y sin ápice de residuos de alcohol en las venas.
Detesto bailar y los zapatos de tacón de aguja
Lo más importante es que ya no me acuerdo de ti, ya no te apareces traicioneramente por la espalda reflejado en cualquier lugar, cuando bajo la guardia. No recuerdo tu nombre, ni tus distintos tipos de sonrisa y miradas. Ya no sueño contigo.
Inocente palomilla que te dejaste engañar en este día de los inocentes, que en nadie debes confiar
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