Faltan tres días para el otoño y el clima no podria ser más de verano, ya se acerca el momento de usar bufandas. Aunque ella nunca ha necesitado ese pretexto.
El otoño es como la madurez, poco antes de que llegue el viejo y achacoso invierno. Pero mientras estamos en el adolescente verano. Tiene aires, y ventarrones que te invitan a jugar como si fuera un niño, cree tener al mundo en sus manos y a su antojo cambia el clima de forma drástica. Sonrie con un sol en lo alto de un cielo despejado, pero llora facilmente por las noches, inundando calles y avenidas. Nadie lo entiende, todos se quejan de que los enferma con sus cambios.
Sin embargo se necesita de esta etapa para que el resultado sea un esplendorosa cosecha, y claro mucho influye que tal haya sido el verano, para ver los frutos que se descubren en el otoño.
Su conmovedor llanto, cual sinfonia que mezcla dolor, agonia y cierta alegría cae sobre la ciudad abarcando todo y logrando conmover las fibras sensibles de las almas que una tarde de verano frente a la ventana ve las lluvias jugar carrera para ver que gota se deslizara y llegara al borde primero.
Adios, verano, querido, conocido y adolescente verano...
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