sábado, agosto 11, 2007

Al atardercer

De cualquier forma aquellas cosas no hubieran
durado mucho. La experiencia
de los años así lo enseña. Mas qué bruscamente
todo cambió.
Corta fue la hermosa vida.
Pero qué poderosos los perfumes
en qué lechos espléndidos caímos,
a qué placeres dimos nuestros cuerpos.

Un eco de aquellos días de placer,
un eco de aquellos días volvió a mí,
las cenizas del fuego de nuestra juventud;
en mis manos cogí de nuevo una carta,
y leí y volví a leer hasta que se desvaneció la luz.

Y melancólicamente salí al balcón -
salí para distraer mis pensamientos irando
un poco la ciudad que amo,
un poco del bullicio de sus calles y sus tiendas.

Kavafis

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