Esta ciudad es asombrosa, puedes caminar por la misma calle todo un año y seguir encontrando detalles arquitectonicos nuevos. Cuando uno ve los cuadros que muestran al París del siglo XIX, no se encuentra gran diferencia con el actual, es como si esta ciudad tuviera el encanto de ser eterna y por ella no pasara el tiempo, a la vez que esta cargada de historia.
Subirse al metro es como estar en la torre de Babel, uno escucha una infinidad de idiomas y los franceses son una especie en peligro de extinción, los musulmanes una plaga y los estudiantes extranjeros nuevos colonizadores.
Ahora, lo que no te dicen los folletos de esta ciudad es que todo el mundo vive en su mundo privado, enchufado a la red, todo mundo se pierde en su telefono portable y no le importa que existes, no es de extrañarse con este tipo de acciones que Francia sea uno de los países con el mayor número de suicidos al año, a nivel mundial. Las lamparitas que prenden durante el invierno para que veas un poco de luz engañan quiza al ojo, pero no a la realidad de la soledad en la que vive la mayor parte de la gente.
Una sociedad llena de contradicciones, por un lado son la cuna de los derechos del hombre y por otro no aprueban el "marriage pour tous". Son antisemitas (los verdaderos franceses lo son y racistas también) pero viven con sus complejos de culpa que los obliga a tener monumentos y placas conmemorativas en todos lados por el "chistecito" del Velo d'hiver.
Tienen montón de quesos, según el chiste 365, uno para cada día del año. Pero de entre todos estos, no hay nada parecido al queso oaxaca o al queso blanco del pueblo de mi abuela. Las hamburguesas tal y como nosotros las conocemos las hacen los turcos, por que los franceses tienen interpretaciones muy particulares de la comida gringa. Toda las salsas estilo "mexicain" tiene azucar (guacala).
Su incapacidad para pronunciar la H, de palabras como Happy o Hot, dan horas interminables de diversión. Por otro lado sabes que es casi imposible que logres hablar sin acento el francés.
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