No se si me gustan las novelas de Moccia por sus lugares comunes o por los incomunes. Por esos ecos de nuestra historia que vamos rememorando y depositando en las escenas de un par de páginas o por la posibilidad de encontrar en esa página escenas de algo que nos hubiera gustado vivir, por mucho que algunos sean lugares comunes o clichés.
Cuando estoy por terminar alguno de libro, siempre me duele. Es como si me tuviera que separar de grandes amigos, esos con los que uno se descubre a la par que los descubres, esos amigos a los cuales les confiesa sus errores, fallas y defectos, sin vergonzante, por que ellos mismos los padecen. Supongo que por eso cada vez se me hace más difícil empezar una nueva novela o quizá solo sea que no tengo cabeza para más historias que las mías.
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