En las últimas fechas han vapuleado mucho mi alma mater, yo soy una ex estudiante del colegio de Historia de la Facultad de filosofía y letras, de la Universidad Nacional Autonoma de México. Y muy orgullosa de serlo.
Pero debo confesar que la primera vez que entre a esa facultad me parecio la cosa más horrorosa del mundo, era oscura, fría y mugrosa. Eso tomando en cuenta que estaba vacia. Pero el primer día de clases, me dio horror entrar, había gente demasiado rara a las afueras, un mundo de gente en el sentido más amplio de la palabra. Sin embargo creo que algo había decidido que mi lugar estaba ahí, por que me encontre con mi amigo Agustin de la prepa, que por un azar milagroso del destino tenía las mismas clases que yo y al cual yo me abrace y no solte en los sucesivos 4 o 5 días.
Y pensar que me moleste cuando trataron de limpiarla, por que perdía parte de su personalidad. Lo que yo viví en esa facultad, lo que aprendí (aunque la mayoría de las cosas no fue precisamente en sus aulas) la hacen un lugar seguro, me sentía como en casa cuando llegaba. Incluso me gustaba pasar frente a ella en el carro, solo para verla, como ese viejo amor que no se olvida y que de vez en cuando uno regresa para ver que siga ahí, no es el mismo, pero es inolvidable.